Entró en la estación y buscó la consigna. Llevaba dos
maletas abultadas y un maletín de mano con una muda, la documentación, los
enseres de aseo y un revólver Colt del calibre 38, al que solo le faltaba
una bala en el tambor. Aquello era todo su bagaje, la historia de los diez
últimos años de su vida, metida en aquellas dos valijas, que ahora veía
cómo el encargado colocaba dentro de un armario a la espera de que él las
recogiese cuando hubiese encontrado alojamiento.
Un revólver en la maleta, pág. 10.
Volvió a mirar, por última vez, la calle desde la ventana. A
través de los vidrios mojados, contempló durante un rato el deambular
de la gente bajo los paraguas. Luego se sentó en el sillón y abrió el
cajón superior de la mesa. De allí lo sacó, protegido por su funda de
cuero. Era un revólver Colt del calibre 38, que lo había acompañado
durante toda su carrera. Se lo había regalado su padre, también comisario,
el día en que cumplió los quince años.
―El día de mañana, tú también serás policía y, cuando
ingreses en la escuela, nadie tendrá que enseñarte lo que es un arma
de fuego.
No había vuelto a usarlo desde que había aprendido a
disparar con él, cuando salía con su padre los domingos, después de misa,
a las orillas del Guadarrama para hacer blanco en unas latas vacías. Ahora se
limitaba a limpiarlo y a engrasarlo cada cierto tiempo para que estuviera
a punto. Y desde que era comisario, siempre lo dejaba guardado en la mesa
del despacho que ocupaba en cada destino, cargado, con todas las balas en
el tambor, como si de un talismán se tratase.
Porque, así pensaba, siempre le había traído suerte.
Lentamente, lo sacó de su funda, lo acarició, levantó el
martillo hasta que quedó sujeto y se acercó el arma a la boca.
Vio sobre la mesa, al lado de la caja, la hoja que había
estado escribiendo momentos antes y cerró los ojos.
Luego apretó el gatillo.
Un revólver en la maleta, págs. 255-256.
Cuando Homero bajó el brazo, su Colt del calibre 38 aún
humeaba.
En el tambor faltaban dos balas.
Estaré esperando para matarte, pág. 185.
El Colt del calibre 38 es el revólver del inspector Homero, que hereda de su mentor, el comisario Alejo, y que se trae de Madrid, como un doloroso recuerdo, con una bala menos en el tambor.
Fuente de la foto: historiadelasarmasdefuego.blogspot.com.es
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