jueves, 31 de marzo de 2016

EL CEMENTERIO DE LA SALUD

Habían entrado en el cementerio. Caminando entre los cipreses, les embargó la tristeza y la melancolía. Ambos quedaron en silencio. 

Un revólver en la maleta, pág. 56.


―Tengo que reconocer que su historia supera con creces a la mía. ¿Sabe, inspector, que este cementerio es lo único bueno que dejaron los gabachos en Córdoba con su maldita invasión? Mi abuela me contaba que, cuando su madre era pequeña, se enterraba a los muertos en las iglesias o en pequeños solares adosados a ellas, con la consiguiente falta de higiene. Fue Pepe Botella el que mandó construir un cementerio en las afueras de Córdoba, aquí, frente a la Puerta de Sevilla. Mire, ahí está la tumba del gran Lagartijo. Mi padre me decía que fue el torero más grande que han visto y verán los tiempos, con permiso de Guerrita. 

Un revólver en la maleta, pág. 57.


Tras visitar en el centro varias fondas que no le habían satisfecho porque estaban excesivamente concurridas o carecían de las mínimas condiciones de higiene, el enterrador del cementerio de la Salud, a cuya ermita había acudido a cobijarse del sol después de recorrer infructuosamente las pensiones de la Ribera, le aconsejó que buscase en una casa de vecinos. 

Estaré esperando para matarte, pág. 21.



Fuente de la foto: cecosam.com





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